En 1991, los pastores Alfonso Ramírez y Blanca Nubia Gómez se dieron cuenta de la vulnerabilidad de los niños y jóvenes del sector y decidieron actuar. Con la alianza de Compasión Internacional y bajo el techo jurídico de IGLEICO, nació la Fundación Social Mi Corazoncito. Comenzamos con 50 niños y un sueño claro: brindarles una oportunidad para crecer y prosperar.

Desde el principio, la fundación se enfocó en trabajar en cuatro áreas clave: cognitiva, socioemocional, física y espiritual. En el área cognitiva, ofrecían talleres de habilidades para la vida y refuerzos académicos para ayudar a los niños y jóvenes a desarrollar sus habilidades y alcanzar sus metas. En el área socioemocional, se enfocaban en la salud mental y espiritual de los beneficiarios y sus familias, con fundamentos cristianos.

En el área física, la fundación promovía la nutrición, el deporte y la salud, para que los niños y jóvenes pudieran crecer sanos y fuertes. Con el paso del tiempo, Mi Corazoncito se consolidó como una organización sin ánimo de lucro que impacta positivamente a cientos de niños, jóvenes y sus familias.

En 2022, la fundación logró su constitución legal, con el pastor Tomás Atencia, quien es nuestro representante legal.pero en 2024 enfrentó un gran reto con la retirada de Compasión Internacional, lo que representó una pérdida financiera importante. Sin embargo, lejos de rendirse, el equipo decidió reinventarse: implementó actividades como reciclaje, venta de refrigerios y un ropero solidario para sostener sus programas.

El personal, antes asalariado, continuó trabajando de manera voluntaria, movido por el compromiso y el amor al servicio.
Gracias a su perseverancia, la fundación mantiene activos sus semilleros artísticos, programas de salud mental, refuerzos académicos y preparación para las pruebas ICFES.

Hoy, los frutos son evidentes:

• Liliana Álzate, beneficiaria y actual directora.
• Haiver Zapata, líder musical y trabajador en una empresa reconocida.
• Tomás, pianista y becario de excelencia.
• Richard, emprendedor que sostiene a su familia con su propio negocio.

Estas historias reflejan el impacto real de una fundación que, pese a las dificultades, sigue transformando vidas con amor, fe y compromiso